Si no hay mal que dure 100, tampoco victoria que se haga esperar más de 6 partidos. Al menos en la lógica metafísica del reducto de Las Heras. De este modo, en su sétima participación en el torneo Apertura, Juani logró romper el maleficio y sumar sus primeros tres puntos. Junto con Pata, Martín, Pato y Seba, que hacía su estreno en el primer certamen oficial del año, conformó un equipo que nunca en toda la tarde noche estuvo abajo en el marcador. En un momento, con el equipo tres goles arriba y el reloj ahorcado, Pato se acercó a Juani, que estaba en el arco, para señalarle algo sobre una jugada y la respuesta del crédito de Llavallol fue: “Pará, estoy muy nervioso, necesito ganar”. Sin dudas la victoria tan esperada era una cuestión vital para su magullado ego futbolístico.
El elenco perdedor lo integraron Tuca, Tete, Migue, Txetxo y Julián que nunca lograron encontrarle la vuelta al partido, pese a que cerca del final consiguieron ponerse iguales en el marcador. Tuca, fuera de tiempo por unas semanas de ausencia de las canchas, careció de su aporte habitual de vértigo y fuerte chutazo y eso diezmó claramente las posiciones de su equipo. Miguel el otro jugador con buena capacidad de traslado alterno buenas y malas, tal vez con más de las primeras.
Los players que se llevaron el cotejo manejaron cada instancia con sabiduría, desde el habitual eje en el que se convierte Seba en el centro de la cancha, el cuidado de la pelota de Juani, la habilidad de Martín, la voluntad de Pato y el despliegue de Pata .
El presidente del Denak Bat de Lomas de Zamora tuvo una actuación memorable y fue una tromba en el último cuarto de hora. Pulió la franja de baldosas más cercanas a los bancos de tanto ir y venir: las idas era imparables, las vueltas casi siempre celebrando un gol. Ante tamaña demostración de fútbol total, Seba miró a Pato y con los ojos vidrios y el mentón arrugado por la emoción le dijo: “Mes hace acordar a Caniggia. Ayer el Pájaro estaba con Tinelli y hoy está acá jugando con nosotros. No lo puedo creer”.
El repertorio de Patone fue completo; hasta generó una perla inédita en la historia de los papis: tras la enésima escalada por el costado derecho, uno de sus rivales tuvo que tumbarlo con violencia y la caía le produjo un fuerte dolor en la muñeca izquierda dejándole claramente la mano mocha. La figura entonces miró a su hermano mayor, que hacía las veces de guardametas y le espetó: “Salí del arco que atajo yo”. La cara de asombro de Juani fue inmediatamente seguida por una risa más que lógica ante un tipo que con una mano colgando pedía ser portero. Fue persuadido de desistir en su anhelo de colocarse bajo los tres caños y siguió haciendo de las suyas hasta que terminó el partido, transformándose en partícipe necesario de que el hombre llegado de la ciudad de los rascacielos, los hotdogs y los grones hiphoperos ponga fin a una racha funesta.
Johnnie Walker
Baldosa de oro: Pata
Baldosa de mimbre: Txetxo
Baldosa asfaltada: martín
Baldosa redonda: Seba, con un lágrima cruzada al lado del palo
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