La derrota de Argentina 6 a 1 frente a Bolivia, en La Paz, fue más digna que la realmente oprobiosa que se llevaron ayer Juani, Peluca, Juanma, Javi y Tete. Por primera vez desde que instauraron los ya clásicos partidos de los martes en el Lomas Social, la diferencia final fue de dos dígitos y expuso a las claras el abismo que dividió a los derrotados del conjunto que integraron Tuca, Pipa, Pato, Martín y Emi.
El partido comenzó y el marcador se inflamaba con cada ataque del equipo ganador. Arriba por 1, 2, 3, 4 y 5… 6, 7, 8… 9 y ¡10! Cuando la pelota ingresó por novena vez en el prostituto arco abierto de par en par, Juani recogió la bola y al llegar a la mitad de la cancha agachó la cabeza y con un hilo de voz consultó: “¿Empezamos de nuevo?”. Ante el silencio piadoso del lado de los vencedores -con alguna sonrisa picarona que se escapó-, sus compañeros enarbolaron la bandera de la dignidad pese a la impresionante catanga y pidieron que continuara la faena.
Fue Tete quien logró marcar el primero de los muy poquitos goles de los suyos. Previamente, en el inicio, habían tenido buenas oportunidades, pero Martín mostró sus credenciales de gran guardametas. A propósito, fueron varias las veces que los ganadores debieron cambiar de portero sin que este sea vulnerado; ni siquiera amenazado mínimamente.
Obviamente, cuando lograron marcar el primer gol por intermedio del gerente gastronómico el partido ya estaba liquidado hacía rato. De todos modos el tanto fue festejado como para exorcizar un conjuro que les impedía marcar. Por supuesto que no se trata de ninguna razón metafísica, sino que simplemente respondía a las limitaciones de un equipito muy pequeñito.
De un lado todo era carnaval, baile, malabarismo, festejo. Del otro también bailaban, pero el movimiento producía mareo, caras pálidas, rumbos perdidos. El habilidoso poderío de ataque con Tuca, Martín, Emi y Pipa era tremendo; incluso hasta Pato, limitaciones a cuestas, se animó a entrar en ese circuito de manejo fluido y toque permanente. A eso se agregó un muy buen sacrificio colectivo y la combinatoria fue muchísimo ante la nada adversaria.
Porque Peluca no lograba darse vuelta para encarar al arco y se lo comían, Juanma veía coartada su veloz potencia ofensiva por la buena marca rival, el sacrificio de Tete estaba ausente (al parecer su mente estaba en la próxima excusión al Centenario, de Montevideo), Juani sufrió la nulidad de sus fuerzas producto de una dieta estricta y el cansancio apareció por demás prematuro y Javi fue más una ausencia que un aporte.
Baile épico que quedará en el recuerdo, los tres puntos para los ganadores sirven también para darle buena emoción al torneo desde la paridad de un sustancioso apelotonamiento en las posiciones de vanguardia.
Johnnie Walker
Baldosa de oro: Tuca
Baldosa de mimbre: Javi
Baldosa asfaltada: Pipa
Baldosa redonda: Tuca, por su gol de emboquillada.
El partido comenzó y el marcador se inflamaba con cada ataque del equipo ganador. Arriba por 1, 2, 3, 4 y 5… 6, 7, 8… 9 y ¡10! Cuando la pelota ingresó por novena vez en el prostituto arco abierto de par en par, Juani recogió la bola y al llegar a la mitad de la cancha agachó la cabeza y con un hilo de voz consultó: “¿Empezamos de nuevo?”. Ante el silencio piadoso del lado de los vencedores -con alguna sonrisa picarona que se escapó-, sus compañeros enarbolaron la bandera de la dignidad pese a la impresionante catanga y pidieron que continuara la faena.
Fue Tete quien logró marcar el primero de los muy poquitos goles de los suyos. Previamente, en el inicio, habían tenido buenas oportunidades, pero Martín mostró sus credenciales de gran guardametas. A propósito, fueron varias las veces que los ganadores debieron cambiar de portero sin que este sea vulnerado; ni siquiera amenazado mínimamente.
Obviamente, cuando lograron marcar el primer gol por intermedio del gerente gastronómico el partido ya estaba liquidado hacía rato. De todos modos el tanto fue festejado como para exorcizar un conjuro que les impedía marcar. Por supuesto que no se trata de ninguna razón metafísica, sino que simplemente respondía a las limitaciones de un equipito muy pequeñito.
De un lado todo era carnaval, baile, malabarismo, festejo. Del otro también bailaban, pero el movimiento producía mareo, caras pálidas, rumbos perdidos. El habilidoso poderío de ataque con Tuca, Martín, Emi y Pipa era tremendo; incluso hasta Pato, limitaciones a cuestas, se animó a entrar en ese circuito de manejo fluido y toque permanente. A eso se agregó un muy buen sacrificio colectivo y la combinatoria fue muchísimo ante la nada adversaria.
Porque Peluca no lograba darse vuelta para encarar al arco y se lo comían, Juanma veía coartada su veloz potencia ofensiva por la buena marca rival, el sacrificio de Tete estaba ausente (al parecer su mente estaba en la próxima excusión al Centenario, de Montevideo), Juani sufrió la nulidad de sus fuerzas producto de una dieta estricta y el cansancio apareció por demás prematuro y Javi fue más una ausencia que un aporte.
Baile épico que quedará en el recuerdo, los tres puntos para los ganadores sirven también para darle buena emoción al torneo desde la paridad de un sustancioso apelotonamiento en las posiciones de vanguardia.
Johnnie Walker
Baldosa de oro: Tuca
Baldosa de mimbre: Javi
Baldosa asfaltada: Pipa
Baldosa redonda: Tuca, por su gol de emboquillada.
1 comentario:
Cuando vuelve Lopez Villa?
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